Querida mamá:
Ayer pasé un mal día con la rodilla. Me dolió más que nunca.
Caminaba cojeando prácticamente y al subir las escaleras se me quedaba la
pierna bloqueada. Juampi me ha dicho que existe la posibilidad que no me haya
servido de nada lo que me han hecho. Y voy a empezar a creérmelo. Estoy con
ibuprofeno cada 12 horas y me duele… anoche mismo, que fuimos al cementerio de
Benalmádena para dar el pésame a Cristina y su familia tuve que poner las luces
de emergencias y parar en un lado porque la rodilla se me bloqueo y no podía ni
acelerar ni quitar el pie ni nada. Me asusté mucho pensando que podía tener un
accidente. No entiendo como he podido empeorar tanto en tan poco tiempo.
En el tanatorio, ya podrás imaginar el dolor que sentí. Y no
me refiero al de rodilla. Hubo un momento que no pude contener el llanto. El
desgarro que sentí allí dentro fue exactamente igual que el que tuve el día que
te marchaste. Es mucha impotencia la que siento de no poder volver abrazarte.
Sólo querría eso. Abrazarte y ya está. Yo le dije a la madre de Cristina que
las palabras se agradecían, pero que no consolaban y le pedí que tuviese mucho
ánimo y paciencia y que aprendiera a vivir con ese dolor de la mejor manera posible.
Y es que es así, ese vacío, este dolor que tengo dentro no me lo quita nadie.
Ni el tiempo.
Sólo espero mamaita que estés bien. Es lo único que me
reconforta y no siempre. Porque aunque tenías muchas ganas de vivir, aunque
tenías muchas ganas de ver crecer a tus nietos, quiero tener la certeza que lo
estás viendo desde un lugar privilegiado donde no existe el dolor para ti y que
tu pérdida es una penitencia que tenemos que llevar los que seguimos aquí,
porque somos los que sufrimos tu ausencia.
Dicen que el dolor inevitable y que el sufrimiento es
opcional. Creo que están en lo cierto. Siempre te digo que lucho por seguir
viviendo. Con mis proyectos, mi sobrino, la casa, la familia… pero siempre con
esta punzada tan fuerte clavada en mi corazón que a veces se deja notar más
fuerte.
Te quiero mucho mamita. Más que a nada en el mundo. No me
olvide. Ni a Pili.
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