Querida mamá:
Ayer fue un día cargado de grandes emociones. La verdad es
que no paré en todo el día. Cuando me vine a dar cuenta, eran las 12:15 de la
noche. Por la mañana estuve en la peluquería, para sanearme un poco el pelo.
Luego vino Estrella Bordallo hija para hacerme una visita y ver mi academia. Llevaba
mucho tiempo intentando quedar pero siempre pasaba algo o teníamos hacer que
nos impedía vernos. Vino luego a casa y saludó a papá. Al final decidimos irnos
a comer a los montes todos. Hacía un buen día y papá está realmente mal. Así que
a Antonio se le ocurrió la idea de salir
de casa. Fuimos a un sitio donde los niños podían estar jugando sin peligro
ninguno.
Al regresar a casa ya me tenía que ir arreglando para irme a
la Catedral. La confirmación empezaba a las 7, pero habían citado a los niños a
las 5 de la tarde. Yo creí que iba a morirme, de pensar que iba a tener que
estar tanto tiempo de pie. Sobre todo por mi rodilla. Que la tengo parece que
peor que nunca. Así que fui más tarde. Tuve suerte y llegué justo para
sentarme. La espera fue larguita, pero sentada. A la hora de confirmarlos me
emocioné bastante. Pensaba que era un paso más dentro de mi labor. Porque ellos
podían haber pedido que fueran sus padrinos de confirmación los catequistas de
la iglesia e incluso el sacerdote, como habían hecho otros…pero me eligieron a
mí los tres. Y eso me encantó. Y ya por último jugaba el Málaga. Con los
dolores no pensaba ir, pero se preveía un partido intenso y bonito. Además me
había comprometido a llevarme a un niño de la academia como premio a su actitud
durante toda la semana y ahora no me sentía con las fuerzas de decirle que no
iba a ir. Así que como pude me puse mi camiseta del Málaga y para el campo con
Antoñito. El encuentro fue precioso en ambiente. El equipo tuvo más opciones
claras de gol que en toda la temporada, pero fallábamos, no entraba el balón.
Pasaban los minutos, la afición seguíamos cantando…yo empezaba a tirar la
toalla. Pensaba que no habría recompensa al gran partido realizado por el
Málaga ante un gran Osasuna…cuando de pronto, en el mismo minuto añadido que
Dortmund nos eliminó de Europa, metió al Bestia. La Rosaleda estallaba de
emoción. El equipo al completo, entrenadores, suplentes y jugadores de campo se
abrazaba haciendo una gran piña humana. Willy Caballero nuestro portero corría
todo el campo para cerrar esa piña subido encima de todo el grupo.
Momentos de emoción con los que no pude
dejar escapar una lágrima. Se me escaparon. Eran muchas emociones juntas
vividas en ese momento. Recuerdos, sueños e ilusiones rotos…pero sueños nuevos,
momentos de euforia que la mejor manera que tenía de manifestar era llorando.
Pero esta vez no era de pena, era de saber que existen colores diferentes al
blanco y el negro. Una gama de colores que me pueden llevar a seguir caminando
día a día…
Al llegar a casa me dolía todo…espalda, brazo, rodilla… pero
no había momento para el dolor ni la queja. Me sentía bien, contenta. Así que
me puse un rato en el ordenador, me tomé mis pastillas para aliviar el malestar
y terminé la noche del sábado leyéndome el final de un gran libro.
No te olvides de mí mamaita. Ni de Pili. Acuérdate que te
quiero con locura.
Confirmandos y padrinos de la Iglesia San Pablo con el obispo de Málaga Don Jesús.
Justo antes de que mis ahijados recibieran al Espíritu Santo
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