Querida mamá:
Mira que me dedicaste tiempo para fortalecer mi Fe, tanto
tiempo que llegaste a ser mi catequista en el colegio. Sin embargo mi Fe no es
suficiente para saber afrontar con la entereza necesaria tu pérdida. Me han
pasado una canción que le han hecho a Belén Langdon y no he podido dejar de
llorar. Admiro la fuerza que representa su familia ante este golpe de la vida,
aunque estoy convencida que en su casa el dolor debe ser terrible porque según
se informa, Belén era la alegría de ese hogar.
Yo llevo una racha que para mí se queda. En las pruebas que
me han hecho lo pasé realmente mal. Estuve mucho tiempo de espera y se me hizo
eterno. Recordaba la última vez que te llevé allí mismo. Recordé como te engañábamos
porque el maldito cáncer lo tenías en la cabeza y no te lo quisimos decir. Una
vez dentro, como no me dejaban estar en la prueba contigo, subí para pedirle
unas recetas al Doctor Miralles, cuando regresé estabas descompuesta
esperándome porque necesitabas ir al baño y no te había podido hacer la prueba
aún. Había un celador contigo y con la mirada me pedías que saliese del baño.
Él no hacía por salir y le rogué que me dejara contigo, que yo te ayudaba. Todo
era porque tenías la vía para meterte el contraste y él no quería que se te
saliera. Recuerdo como sufrías…me imagino que por todo mamaíta, pero yo, que
sabía lo malita que estabas, nunca podía imaginar que en sólo 20 días ya no
estarías más conmigo. No sabes como me flagelo con esto mamaíta. Estoy tan
arrepentida de no haber estado más tiempo aún contigo, porque si supiese que el
reloj había arrancado su cuenta atrás lo habría dejado todo para estar contigo
las 24 horas del día en vez de las 16 que estaba. En la sala de espera he
sentido la necesidad de llorar, quería marcharme sin hacerme la prueba porque
no podía estar allí. Te veía sentada en la silla de ruedas esperando a que te
llamaran, te veía pidiéndome que nos marcháramos, te veía pensando en el
bocadillo de atún que te iba a pedir en la cafetería. A pesar de que me han
sacado sangre y que iba en ayunas, no he sido capaz de mirar ni la cafetería.
La última vez que entré fue para pedirme un bocadillo de paté y queso,
permanecías en coma. No volví a comer nada más de allí. Durante quince días estuve
haciendo las tres comidas. Ahora no soy capaz de entrar…
No sé cuánto tiempo más tiene que durar este dolor tan
fuerte. Se supone que se alivia, que una puede seguir viviendo, sufriendo tu
ausencia, pero viviendo. Te aseguro que hoy por hoy no es lo que siento. No
tengo ganas de nada mamita, no tengo ganas de seguir sin ti. Te quiero, te
necesito, no me olvides.
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