lunes, 12 de noviembre de 2012

13 de noviembre: dolorosos recuerdos en la clínica...


Querida mamá:
Mira que me dedicaste tiempo para fortalecer mi Fe, tanto tiempo que llegaste a ser mi catequista en el colegio. Sin embargo mi Fe no es suficiente para saber afrontar con la entereza necesaria tu pérdida. Me han pasado una canción que le han hecho a Belén Langdon y no he podido dejar de llorar. Admiro la fuerza que representa su familia ante este golpe de la vida, aunque estoy convencida que en su casa el dolor debe ser terrible porque según se informa, Belén era la alegría de ese hogar.
Yo llevo una racha que para mí se queda. En las pruebas que me han hecho lo pasé realmente mal. Estuve mucho tiempo de espera y se me hizo eterno. Recordaba la última vez que te llevé allí mismo. Recordé como te engañábamos porque el maldito cáncer lo tenías en la cabeza y no te lo quisimos decir. Una vez dentro, como no me dejaban estar en la prueba contigo, subí para pedirle unas recetas al Doctor Miralles, cuando regresé estabas descompuesta esperándome porque necesitabas ir al baño y no te había podido hacer la prueba aún. Había un celador contigo y con la mirada me pedías que saliese del baño. Él no hacía por salir y le rogué que me dejara contigo, que yo te ayudaba. Todo era porque tenías la vía para meterte el contraste y él no quería que se te saliera. Recuerdo como sufrías…me imagino que por todo mamaíta, pero yo, que sabía lo malita que estabas, nunca podía imaginar que en sólo 20 días ya no estarías más conmigo. No sabes como me flagelo con esto mamaíta. Estoy tan arrepentida de no haber estado más tiempo aún contigo, porque si supiese que el reloj había arrancado su cuenta atrás lo habría dejado todo para estar contigo las 24 horas del día en vez de las 16 que estaba. En la sala de espera he sentido la necesidad de llorar, quería marcharme sin hacerme la prueba porque no podía estar allí. Te veía sentada en la silla de ruedas esperando a que te llamaran, te veía pidiéndome que nos marcháramos, te veía pensando en el bocadillo de atún que te iba a pedir en la cafetería. A pesar de que me han sacado sangre y que iba en ayunas, no he sido capaz de mirar ni la cafetería. La última vez que entré fue para pedirme un bocadillo de paté y queso, permanecías en coma. No volví a comer nada más de allí. Durante quince días estuve haciendo las tres comidas. Ahora no soy capaz de entrar…
No sé cuánto tiempo más tiene que durar este dolor tan fuerte. Se supone que se alivia, que una puede seguir viviendo, sufriendo tu ausencia, pero viviendo. Te aseguro que hoy por hoy no es lo que siento. No tengo ganas de nada mamita, no tengo ganas de seguir sin ti. Te quiero, te necesito, no me olvides. 

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