Querida mamá:
No sé por dónde empezar. No sé cómo explicarte lo que siento…no
sé cómo decirte una vez más que llevabas razón. Me lo dijiste muchas veces, te
hice caso demasiado tarde. Y lo voy a tener que pagar.
Me siento engañada, dolida enfadada, estafada, impotente y
rabiosa. No sé cómo me puede ocurrir a mi esto porque realmente desconocía que
me pudiera ocurrir. El mundo se me cayó ayer a los pies cuando papá me enseñó
el papel. Ya hace días te dije que podía estar ocurriendo, pero no pensábamos
que pudiera estar tan avanzado ni las consecuencias inmediatas que iba a tener.
En un principio me vine tan abajo que no podía controlar mis
sentimientos de rabia, mis impulsos de dolor y repugnancia hacia las personas que
me han metido en esto… según pasaron las horas y tras hablarlo con el abogado,
papá, los hermanos y Chari y Carlos que vinieron para hacerme compañía a casa
hasta bien tarde… pues me doy cuenta una vez más que esto sí tiene arreglo,
pero la enfermedad en muchas ocasiones no.
La noche te podrás imaginar como ha sido… dándole vueltas a
la cabeza continuamente al asunto. Sin comerlo ni beberlo, me encuentro que
tengo que pagar 11.000 euros en 48 horas que me reclama un banco porque su
cliente no ha pagado y yo soy la avalista solidaria…desconociendo por completo
que lo era.
Sin duda alguna la culpa es únicamente mía, porque firmé un
documento sin leer fiándome de la supuesta bondad de una familia que necesitaba
mi ayuda para sacar adelante su familia. Sólo yo sé lo que he hecho por ellos
por lo que mi dolor es mayor de pensar que tenga que pagar durante no sé cuanto
tiempo esta cantidad, mientras ellos quedan impugne de pago por declararse
insolventes. Creo en la justicia Divina, pero humanamente mamaíta voy a hacer todo
lo que tenga que hacer por hacer que la justicia entienda que son ellos los que
deben pagar y que lo hagan.
No te lo tomes a risa mamá; mientras lloraba con papá en la
habitación te veía claramente con la muleta en la mano dándome con ella. Le
dije a papá “mamá tiene que estar negra, me dijo mil veces que no me fiara de
ellos. Que no les gustaba un pelo” y yo no te hice caso. Te vía sentada en el
sillón con la muleta intentando darme con ella como otras muchas veces cuando
yo hacía algo que no te gustaba y lo manifestabas así y diciéndome “como
vuelvas a decir esa palabrota, como vuelvas a tocar a la niña (si pegaba a
algún sobrino que hubiera hecho algo) te meto con esto (subiendo la muleta) y
te abro la cabeza”. Lógicamente nunca me llegaste a dar porque aunque yo sabía
que no lo harías me ponía bien lejos de ti para evitar la tentación de que lo
hicieras. Pero la verdad mamaíta es que creo que ayer me la “abriste”. Lo merecía.
Te quiero mamá. No me olvides por favor. Ni a Pili.
P.D: Se acerca la Navidad, llevo lotería ¿un milagrito de 11
mil euros y me quito esta maldita deuda? Lo suelto por si cuela…

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