Querida mamá:
Hoy es de esos días que una se levanta y se pregunta el porqué
de las cosas. La semana me ha sabido a muy poco. Tengo la satisfacción de haber
resuelto algunos de los problemas que tenía pendiente y que me “pesaban” por las
espaldas bastante, pero también es cierto que hubiese necesitado dos semanas
más así para verle color definitivamente al asunto.
Esta mañana fui a Misa con papá. En el desayuno hemos ido hablando,
como siempre, de ti. Pero por un momento me he estremecido. No lo he compartido
con él para no hacerle sufrir. Pero me he dado cuenta que necesito tu sonrisa,
necesito sentirla otra vez. Si pudiese “negociar” con Dios, le cambiaría todo lo
que se ha solucionado esta semana por volver a verte sonreír y poder darte un
beso una vez más. No sabes cuánto echo de menos tus besos mamaíta. Sabía desde
siempre que eran especiales y recuerdo como yo misma me decía “estos besos
serán difíciles de olvidar”. Como así está siendo. Has sido especial para todo
mamá. Sigo sin comprender por qué Dios te eligió a ti. Tiene que haber un por
qué, pero yo no lo encuentro. Sólo sé que nos hacías mucha falta y que cada día
me cuesta más estar separada de ti. La impotencia de pensar que nunca más,
hasta que me toque el turno…esa impotencia es terrible. Insoportable. No sé yo mamaíta.
Hoy comemos todos juntos en casa. Vamos a hacer comida
familiar. Como cada fin de semana. Pero hoy he decidido cambiar de menú. Que
tanta paella…se nos está poniendo cara de chino. Hoy, por el tiempo que hace,
creo que apetece una sopita de picadillo y de segundo filete empanado con
patatas. Ayer compré la cinta de lomo y entre hueco y hueco, los empané para
que hoy me fuese menos intenso el día. Además que llevo varios días con
mareillo y dolor de cabeza continuo y sin duda alguna…es por el tiempo. Que
está revuelto.
En fin mamaíta, voy a la tarea. Te quiero mucho. No me
olvides. Ni a Pili.
No hay comentarios:
Publicar un comentario