domingo, 24 de febrero de 2013

24 de febrero: 9 meses sin ti...


Querida mamá:
Hoy hace nueves que te fuiste. El dolor es igual de intenso, sólo que los humanos tenemos la capacidad de saber vivir con él. Y con él vivo. No hay un solo segundo de los sesenta minutos que tienen las veinticuatro horas del día, que no estés presente en mí.
Siempre Hay una razón; o porque me acuerdo de un comentario que me dijeras, o porque pienso en lo que me dirías, o porque recuerdo algún gesto, o porque pienso qué es lo que tú querrías… y así siempre. Es inevitable que estés en mi mamita. Inevitable porque en doce meses te convertiste en mi todo. Mi vida giraba en torno a la tuya para ayudarte a ser feliz. Pensaba que ésta unión sería más larga, que compartiríamos más tiempo juntas. Pero Dios pensó que no, que ya te tocaba descansar de tantos dolores. Te arrebató de mi lado haciéndome ver lo egoísta que me había convertido queriéndote tener a mi lado, a pesar de todo.
Aprendí a disfrutar de las cosas más sencillas de la vida. Nuestra semana se pasaba esperando el momento de ir a quimioterapia porque después del tratamiento íbamos a tomarnos un bocadillo como en ningún otro lugar lo preparaban. Esperábamos los miércoles como el que esperaba ir a grandes tiendas comerciales, cuando lo que hacíamos era irnos al mercadillo y pasear con tu carrito y mirar las cosas una y otra vez. Comprando fruta y verdura principalmente. Esperábamos que llegara final de mes para que papá te diera el dinero y podernos ir de compras. Al principio recuerdo que me costó mucho adaptarme a mi nueva situación, pero luego lo acepté con la mayor satisfacción de una hija que tenía una madre buena de corazón- Una madre que siempre tenía la palabra perfecta para darme, una madre que siempre estaba pensando en cómo ayudarme, una madre que aguantó su dolor por el hecho de que yo no sufriera. Una madre que sabía lo que le ocurría y que no quiso decirlo nunca porque se aferraba a la vida cada segundo.
Quiero que sepas mamita, que no hay un solo día que le pida a Dios para que me haga entender por qué. No soy nadie para cuestionar sus decisiones. Todo tiene un por qué dicen… pues quisiera saberlo. Porque lo que le digo a Dios es que podría llegar a entender que decidiera llevarte para que dejaras de sufrir, pero las formas, para mi entender fueron injustas y exageradas. Necesito que me haga comprender, que me haga ver…por qué fue. Sino, viviré siempre con esta pena.
No te olvido nunca mamá. Eres el centro de mi vida por y para siempre. Te quiero. Más que nunca. No me olvides por favor. Te necesito. Ni a Pili.  

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