Querida mamá:
Te escribo la carta ahora del lunes porque no sé cuándo
volveré a tener conexión de internet. Si no te escribo, quédate tranquila… lo
hago el viernes a mi regreso. Voy a intentar por todos los medios hacerlo, pero
hasta que no esté allí no sé si podré o no.
Me dicen que están a menos seis grados. Tú que me conoces,
sabes que el frío es mi debilidad. Así que espero que no se me congele el
cuerpo. Voy con ganas de desconectar y pasarlo bien con la familia. Tengo ganas
de visitar de nuevo el parque. Voy a intentar que se animen a ver la Torre
Eiffel, aunque me da que el tiempo que vamos a pasar invita a lo mínimo para
poder irnos pronto al hotel. Pero bueno, nunca se sabe.
Quiero que sepas, que aunque no pueda escribirte (que aún no
lo sé) voy a tenerte presente cada minuto. Sé que estarías super contenta de
ver que me voy de viaje. Todas las cosas buenas que me pasaban, te alegraban a
ti más que a mí. También te hubieses sentido super orgullosa de saber que todo
me lo ha pagado tu hijo Antonio y su mujer. Lo sé, porque era tu preferido.
Antonio no ha cambiado nada porque tiene una gran mujer. Esa es la gran suerte
de él. Yo feliz de ello.
Ayer me decía Raúl en la comida familiar “tú con poner
carita de pena ya lo consigues todo”. Y qué razón lleva. Aunque yo no pongo
carita de pena mamita, tú lo sabes y me conoces. Yo actúo con el corazón… y la
vida me responde con grandes gestos como este.
Como por ejemplo, el gesto de Carlos y Chari que se han
ofrecido a llevarme al aeropuerto y se van a dar el madrugón del siglo. Porque
tenemos que estar en el aeropuerto a las 4:30 de la mañana. Yo les he insistido
que no, pero la verdad sea dicha. Se
agradece.
En fin mamaíta. Ya tendrás noticias mías. Te quiero mucho.
No me olvides. Ni a Pili.
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