Querida mamá:
Pensé que me iba a despertar mucho mejor del brazo de lo que
estoy…pero no puedo quejarme, me duele mucho menos que hace dos días…sólo que
me duele y me preocupa. Se supone que con la infiltración se me iba a quitar,
pero de momento no. Eso sí, ya no me quejo. Que esta mañana me he podido poner
la sudadera sin que dos lagrimones me salieran de los ojos por el movimiento. Así
que desde este mismo momento, y salvo empeoramiento, que espero que no, ya no
me quejo más del brazo. Doliéndome así soy capaz de aguantar lo que haga falta…
Quería hablarte mamita de un libro; La Canción de la
Concubina. Es una historia conmovedora. Es una novela, pero basada en hechos
reales, más bien en datos contractados. Es sobre el tráfico humano en Manila
(Filipinas). Es la primera novela de Jaume Sanllorente y aunque insiste que los
personajes son ficticios, representan el dolor-odio-amor-valentía de millones
de personas que por desgracia, y aún en el 2013, tienen que luchar con todo
esto.
Hay libros que dejan en nuestras vidas un antes y después.
Había escuchado en las noticias cosas relacionadas con el tráfico humano. Pero
nunca le había puesto “cara” y cifras a la historia. Es terrible pensar cómo
personas corruptas pueden jugar con vidas humanas. Pensar que en esa multitud
de personas hay de todo; fuertes, débiles, sensibles, frías, sosegadas,
luchadoras… y que a todo el mundo, el daño que se les hace, no lo afrontan
igual. Pensar en las miles de criaturitas que cada día están retenidas en
contra de su voluntad… no sé mamita, simplemente no sé qué pensar. Salvo pena. Tristeza. Rabia. Solidaridad.
Anoche pensaba que los días pasan de manera fugaz. No me
había dado cuenta, hasta hace poco, de lo rápido que corre el tiempo. Y vamos
sin detenernos en las cosas buenas. En mi caso, por ejemplo, mi vida va
acelerada. Cada mañana tengo un listado de cosas que hacer, por las tardes la
academia y por la noche, mi mayor aliado, el ordenador y un libro. Entonces
anoche reflexioné sobre la importancia de sacar un hueco para leer y por muy
absurdo que sea me decía a mí misma que la lectura tendría que tener un horario
obligado en nuestro día. Igual que tenemos un horario para desayunar, comer,
merendar o cenar. Deberíamos tener un horario para leer. Me apena pensar que
personas de mí alrededor, con la suerte de vivir en un país donde no corren el
peligro que se corre en otros, viven inmersos en la ignorancia de la verdad, la
realidad. Seguimos sintiéndonos las personas más desafortunadas del mundo
porque nuestros hijos, sobrinos… no tienen una “Tablet” porque no han pagado el
móvil este mes o simplemente les han cortado la línea de teléfono. Me apena
pensar que no somos capaces de ver más allá de nuestra realidad sin ser
conscientes de que a miles de kilómetros de aquí, personas como ellos y yo,
sufren porque sus padres los “venden” por unos pesos para poder dar de comer al
resto de las familia, que las madres lloran porque no tienen nada que dar de
comer a sus hijos durante días, que los niños ríen, con dolor pero ríen, por el
simple hecho de que alguien les ha enviado un lápiz y un cuaderno para que
puedan aprender la lección escolar de la que no tienen derecho, sin embargo, ironía
de la vida…se lo ha enviado personas que deniegan ese mismo derecho por vagos,
flojos o simplemente la comodidad de no estudiar porque “papá y mamá” ya me lo
dan todo.
Como ves mamita, esta noche he pensado mucho. Y lo he hecho,
porque en 15 días me he leído dos veces el mismo libro. La primera, como
siempre hacía y tú sabes…lectura rápida que sepa de lo que va y me diga el
final que tan nerviosa me pone no saber. La segunda… lectura detallada para
empapar lo mejor del libro. Analizar las situaciones y transportarla a la
realidad. Y este me ha dejado “muy tocada”. Eso sí…el libro es simplemente
extraordinario.
Te quiero mamita, no me olvides. Ni a Pili.
P.D: Todos mis sobrinos corren la misma suerte. Podremos equivocarnos y cometer errores, seguramente, pero todos ellos, sin excepción... conocerán la realidad de fuera de sus fronteras y todos ellos tendrán la oportunidad, llegado su momento, de colaborar para hacer que personas buenas como Jaume, sigan haciendo el bien para aquellos que no corren la misma suerte. Al menos, tengo esa esperanza.
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