jueves, 23 de mayo de 2013

24 de mayo: Un año sin ti...


Querida mamá:

Hoy es un día especial. Es un día de sensaciones raras, mucha tristeza y algo de alegría.  Hace 365 días que María Auxiliadora te llevó con ella para siempre. No tengo la menor duda de que allí estás viviendo le mejor vida eterna que se pueda vivir. Sin dolores, sin médicos, sin enfermedades, sin pinchazos ni medicinas. Esa es mi alegría.

Mi tristeza viene porque Dios sabe llevarse lo mejor y te eligió a ti, por alguna razón que supongo, algún día entenderé.

Es muy duro perder a un ser querido como tú, aunque tristemente es un proceso natural. Esto no significa que deje de ser una pena inmensa, porque nunca estaré preparada para asumir esta naturalidad, pero el alma se tranquiliza dependiendo de cómo nos relacionamos y convivimos con la persona que se nos va y en ese aspecto, mamita, me siento tranquila.

Me siento tranquila por el sólo hecho de que tengo la certeza de que te fuiste de este mundo siendo una mujer plena, realizada, que viviste la vida que quisiste vivir, con tu Manolo, con tus hijos, con tus yernos y nueras, con tus nietos, con tus hermanos, amigos y demás familiares.

Tengo la tranquilidad de que partiste con la convicción de que siempre nos diste lo mejor que tuviste al alcance de tu mano y nosotros eso lo sabemos y lo vamos a valorar siempre.

Tengo la tranquilidad de que fuiste una mujer inmensamente feliz, rodeada del cariño y amor de tu marido, tu familia, tus amigos y que diariamente te lo manifestábamos.

Tengo la tranquilidad de que como familia, siempre te demostramos todo el amor que sentíamos entre nosotros. Porque siempre fuiste la madre de diez hijos únicos. Porque luchaste cada día de nuestra vida para que nada ni nadie nos separara. Y lo has logrado. La fuerza y el amor fraternal que sentimos los unos por los otros es una barrera infranqueable, que tú junto a papá lograsteis crear con todo vuestro empeño. Somos una piña mamá.

Tengo la tranquilidad que desde tu privilegiado sitio estás pendiente a todos nosotros. Muleta en mano por si es necesario darnos un toque de atención en algún momento puntual.

Tengo la tranquilidad de que te recuerdan todos tus amigos y conocidos, como la persona que en alguna ocasión les sacó una sonrisa, les dio un buen consejo, les ayudó cuando lo necesitó porque siempre fuiste pura bondad.

Mi mayor satisfacción es ver crecer a tus nietos teniéndote presente cada día. Ellos hablan de ti con naturalidad. Eres el ángel de la guarda de todos ellos. Buscan tus fotografías para besarte, para hablarte. Te dibujan en el colegio como un ángel, te hablan, te cantan… yo hacía tiempo que me quejaba de no sentirte, hasta que me di cuenta que te tenía en cada uno de ellos. Tú estás en ellos.

Yo te voy a dar las gracias por leerme cada día. Escribirte y saber que recibes mis cartas hace que de alguna manera se apacigüe el dolor que siento en el alma.

Fui testigo de cómo amaste a papá y a todos los que formamos tu gran familia y eso es lo que más nos consuela. Me quiero despedir diciéndote las últimas palabras que dijiste en este mundo y que tuvo la suerte, tu nieta Inés, de recibirlas porque te dirigías a ella:

Te quiero

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario