Querida mamá:
Hoy hace 17 meses que te fuiste, ya son
510 días los que llevas disfrutando de tu paz, de tu felicidad infinita y
nosotros sufriendo tu ausencia física.
Todos estos meses has estado tan presente
como si estuvieses viva porque tu recuerdo es inolvidable.
Es todo este tiempo he sentido de todo.
Al principio mucha pena, porque Inés hablaba de paz interior de saber que
estabas bien y yo sentía rabia porque te habías marchado. Después he soñado
contigo en varias ocasiones y te he visto bien, muy bien. Si la muleta, esa
tercera pata que tuviste que llevar durante más de 15 años. Y me despertaba con
la certeza y la felicidad de saber que estabas bien.
He llorado de pena porque he necesitado
tus abrazos y nos lo tenía, porque ahora es cuando realmente me doy cuenta de
lo reconfortable que eran tus abrazos y el bien que me hicieron en su momento.
He suspirado de alivio de pensar que me
he librado de más de un muletazo que me hubieses metido por haber hecho
determinadas cosas…. Aunque sin duda cambiaría el muletazo volver a tenerte a
nuestro lado.
He llegado a volver a sentirte porque
soñé contigo y pude llegar a sentir tus besos, esos que tantas veces te he
reclamado, esos que me encantaba recibir porque eran tres seguidos…y un día,
que medio me quedé dormida en el sofá…desperté con ellos y me parecieron real.
Ese día fue en el que me di cuenta que
realmente estabas viva dentro de mí. Tuve la certeza de que estabas bien, de
que me estabas cuidando y protegiendo y de que me estabas pidiendo que siguiera
mi vida. Una vida que he decidido caminar muy pegada a los míos, rodeada de papa,
mis hermanos y sobrinos….porque ellos son realmente lo más importante en mi
vida. Una vida que tú nos iniciaste. Tantas y tantas veces que nos decías, no
pelearos….los hermanos siempre unidos porque al final solo quedareis vosotros. Y
así es… siempre que he necesitado algo importante, quienes me han sacado la
cabeza es papá o algún hermano.
Una vida que he decidido también entregar
a los demás. Porque la felicidad de los demás es la mía propia. Porque no tengo
mejor paga que la sonrisa sincera de un niño, la satisfacción de verle que ha
progresado, que ha mejorado, que sus notas han subido. Porque cuando llegan a
la academia y me van diciendo notas me siento orgullosa de que estén conmigo.
Algunos de ellos no habían aprobado casi nunca. Tengo una alumna en cuarto de
primaria, repetidora de segundo, que ayer mismo me dijo su madre que su hija
nunca había traído más de un 5 a su casa. Siempre de 5 para abajo. En este mes
y algo todas sus notas han superado el 6 llegando incluso a sacar un 10 en
cálculo. La madre me daba las gracias una y otra vez. Y no he sido yo, ha sido
su hija. Que se ha encontrado bien en un sitio que la mimamos, la protegemos,
le ayudamos en sus deberes y le hacemos sentir igual de inteligente que el
resto de su clase. Por eso ella se ha motivado y ahora estudia, hace sus
deberes y cada día estudia… y solo eso hizo que ayer mereciera la pena mi día.
Y anoche me hubiese encantado entrar a
casa y poder decírtelo. Porque igual que cuando lloraba me abrazabas y me consolabas
dándome siempre esperanzas, te alegrabas de todas las cosas buenas que me
ocurrían y al igual que esa madre ayer se sentía orgullosa de su hija, lo
hacías tú de mí.
Por todo esto, cada uno de los 510 días
has formado parte de mí día a día sin excepción ninguna. Y tengo la certeza de
que esto seguirá siendo así. Porque al igual que he decidido hacer mi vida con
papá, mis hermanos y sobrinos…he decido que permanezca en todas y cada una de
mis decisiones porque contigo, siempre, fue todo más fácil y ahora no tiene que
ser diferente.
Te quiero, no me olvides ni te olvides de
mí. Acuérdate de papá, Isa, María, Patricia, Cuñado y JJ.
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