Querida mamá:
Hoy es el día en el que se homenajean a todas las
madres del mundo y tú no ibas a ser menos. No estás físicamente pero siento que
nunca me has abandonado. Me aferro al recuerdo para no dejarte escapar de mis
pensamientos ni un solo momento de mí día a día. Siento la necesidad de seguir
contando contigo cada minuto de mi vida.
Mamá es
la primera palabra que articulamos en nuestra niñez, casi sin ser conscientes
que es a esa persona a la que siempre recurriremos en busca de consuelo, de un
abrazo, de una palabra de aliento.
Decir mamá es dejar que nuestra mente vuele
hacia recuerdos añorados, es la dulzura, la sinceridad y la bondad resumidas en
esas manos curtidas del trabajo de la casa.
Decir mamá es decir amor.
Fuiste y serás la mano fuerte que me sostuvo en el
primer paso dado ante la vida; fuiste un uniforme radiante para ir
impecable al colegio; fuiste una sonrisa de orgullo ante un
reconocimiento, un diploma recibido. Fuiste el pañuelo que secó mis lágrimas
ante todos mis fracasos, fuiste la complicidad personificada ante esa figura cariñosamente dura que representó y aún sigue representando papá. Fuiste mi compañía en
los momentos duros; mi consejo ante un problema que me arrebataba el
corazón. Fuiste la mejor abogada defensora de mis ilusiones y sin duda fuiste y
serás el adiós más doloroso de mi vida cuando Dios te llamó para unirte a él…
GRACIAS por educarme, enseñarme a respetar, valorar
y amar a los demás. GRACIAS por compartir todas mis alegrías y por ayudarme en
mis tristezas. GRACIAS por escucharme, aconsejarme, por consolarme en tus
regazos y compartir tus lágrimas para luego sonreír porque juntas habíamos
encontrado la solución.
GRACIAS por darme una familia. GRACIAS por haberme
dado la vida.
Te quiero MAMÁ. Te echo de menos. Te necesito. Feliz
día.
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