martes, 4 de diciembre de 2012

4 de diciembre: sentirte tan cerca...


Querida mamá:
Anoche tuve un bajón tremendo. Estaba en la habitación en mi tarea de siempre, con los números y haciendo el menú del mes para la casa y de pronto te miré. Una vez más sentí por todo mi cuerpo la rabia y el dolor inmenso de no poder tocarte. Recordé qué me hubieras dicho o el beso que me hubieras dado al verme allí tan tarde, sentada a los pies de la cama, con todos los papales sobre ella. Pude verte caminar con tu muleta, cruzando desde el ascensor hasta mi cuarto, como hacíamos todas las noches para llegar a tu habitación. Te escuché decirme que no te soltara, que no te dejara sola, por un segundo me metí en una especie de película en la que terminé llorando sin consuelo.  Me dio tanta pena pensar en la realidad, me hizo tanto daño que una vez más pensé si todo lo que estaba haciendo merecía la pena o no.
Después de tranquilizarme en cierta medida, me puse a leer y sobre las 3 apagué la luz para intentar dormir. Lo hice, porque no recuerdo ni haberme movido. Pero he soñado contigo, te he visto bien, más delgada, sin muletas, andabas rápido. Esta mañana, me han despertado Carmen y Lucía como cada mañana. Cuando he ido a ducharme he recordado el sueño a la perfección y he pensado que quizá es un mensaje que me estás dando. Porque yo nunca te he visto así, como en el sueño. Estabas igual que te recuerdo, con el vestido marrón, ibas como volando en tus pasos y yo te decía “mamá las muletas, que te cases” y tú me respondiste “no las necesito ya hija, no me duele”. Y claro, imagínate como me siento… tengo los vellos de punta. Quiero creer, a lo mejor es que lo necesito, que has querido darme ese mensaje. Sabes que me quejo mucho de no sentirte y anoche y esta madrugada te he sentido de las dos maneras. La real, recordando cada cosa que hacías por las noches conmigo y la de ensueño en la que te veo super bien, más delgada y sin dolores….  Lo único que espero, por muy tonto que suene, es que Dios no te tenga a régimen también, que te has pasado media vida sufriendo por no poder comer lo que te ha dado la gana y ahora, te vas con él y te pone a dieta. Vamos, que no. Que le dices que no. Que gordita estabas guapísima… (Esto es que me lo imagino porque te he visto más delgada en mi sueño)
Te quiero mucho mamá, muchísimo. No me olvides. Ni a Pili. 

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