miércoles, 21 de mayo de 2014

22 de mayo: Madre Ausente...


Querida mamá:
Un día más…  Sigo en la sinergia con la tristeza que me embarga estos días. Una tristeza generalizada en la familia. Sin duda alguna esa tristeza a la vez me consuela porque me hace pensar que la vida nos regaló a la mejor madre que nos podía dar y si lloramos tu ausencia es porque realmente lo hiciste muy bien.
Con los recuerdos a flor de piel sigo derramando lágrimas fáciles, al recordar momentos puntuales de tus últimos días conmigo en el hospital. Precisamente hoy, que permanecías medio sedada despertaste del coma inducido para mirar a tu nieta Inés y decirle “Te quiero”. La decisión de dejarla venir de Madrid fue dura y discutida. Algunos pensaban que era muy pequeña para verte partir, pero yo tenía muy claro que debía estar. Solo dos días antes había hablado conmigo y llorado desconsoladamente diciéndome que no soportaría no despedirse de ti. Se lo rogué a su madre  y apoyada por otros hermanos la metió Lourdes, nuestra amiga de Madrid en un avión que la trajo a Málaga.
Todo parecía indicar que no volverías a despertar, pero un milagro, como otros muchos que hubo en aquellos días, hizo que abrieras los ojos, levantaste la cabeza y mirándola finalmente le dijiste que la querías. Inesita escuchó lo que tenía que escuchar. Tuvo la mejor despedida que podía tener una nieta de 12 años que adoraba a su abuela. Una nieta muy especial y que a día de hoy lo sigue siendo con su abuelo. Supiste hacerlo mamita. No sé qué fuerza fue la que te llevó a luchar una vez más para complacer a tu nieta, que de no haber escuchado tu voz, seguramente habría estado enfada con la vida por mucho tiempo.
Los recuerdos de hoy no son fáciles de llevar. Después de Inesita tuviste unos minutos de lucidez. Le dijiste a papá que no te olvidara, le diste a Inés un regalo muy especial y cuando me miraste a mí, uniste tus dedos pidiéndome algo. Conchi que estaba allí intentaba descifrar tu mensaje, pero no pudiste decir más de lo que me dijiste. Te pedí que lo dejaras, que descansaras y rompiste a llorar de desesperación. Reposaste tu cabeza para volver a quedarte profundamente dormida.  Tan solo media hora después, la última vez que nos hablaste fue para dirigirte a mí y preguntarme “¿A qué hora murió el abuelo?” Inés que estaba conmigo en la habitación te dijo que llevaba muchos años muerto, pero yo grité para que papá entrara ya que estaba fuera. Entró, le repetí la pregunta y papá te respondió “Papá falleció a las 6:15 cariño”. Cerraste los ojos.
El 24 de mayo a las 6:15, misma hora que el abuelo,  dejaste de respirar. Sin duda alguna, te fuiste con María Auxiliadora y con él.

Madre Ausente

Como una hada dormida, estaba aquel día,
y una tarde trágica la tierra abandonó.
Yo no estaba preparada, no entendía.
Como flor marchita, su frente doblegó.

A su nueva morada se iba en un momento,
entre llanto y tristezas, llegó su despedida.
Le dimos un beso a su cuerpo sin aliento,
estaba muy quieta, parecía que dormía.

De noche los recuerdos pasaron por mi mente,
recordé en un momento casi toda mi vida.
Lágrimas y risas que pasé en su compañía,
sus consejos, dedicación y alegría.

Junto a ella, no olvidaré las horas vividas.
A mi lado sufrió cuando me vio vencida.
Daría lo que tengo por sentir sus manos en las mías.
Su vida fue mi vida, pero llegó su partida.

Hoy que no la tengo en este bendito día,
nada puedo hacer para devolverle la vida.
Sólo recordarla en alguna melodía,
y llorar cuando recuerdo su imagen, aquel día...


P:D: Ayer no fue el cumpleaños de tu nieto, es hoy. Son tantos guapa que al final me lío. Te quiero, lo sabes. No te olvides de mí. Como andáis con mucho trabajo, pide a mis ángeles especiales, Jaime y Luis, que cuiden de mí. Tú no te despiste con papá, Isa, JJ, Cuñado y Pili. 

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