Querida mamá:
Llevo un rato pensando cómo empezar a escribirte la carta. Porque
estás tan pendiente de mi que hoy has hecho que entienda mucho mejor la vida a
través de una maravillosa persona, que sin duda alguna, y por muy loco que
suene, es un elegido.
Empezaba el día precisamente con un mensaje de él para
vernos. El objetivo era pasar un rato y hablar e intercambiar opiniones. Nos íbamos
a ver por la tarde. Tenía programada dos reuniones en la mañana y los virus de
los niños continúan en acción, así que no van al cole pero aprovechan para
estudiar y reforzar conmigo en la mañana que lógicamente es más tranquila.
Después de comer, ritual habitual. Subir y bajar niños a la
asociación, llevarlos de una clase a otra y dejarlos en casa a aquellos que sus
padres no pueden ir a por ellos.
Estos días estaban siendo especialmente difíciles, así que
hoy no iba a ser menos. Acudía a mi “cita” cabizbaja, cansada de todos estos
días donde estoy durmiendo una media de 4 horas como máximo y que además se une
al “sin parar” de esta semana en la asociación. Pero con ganas, muchas ganas.
Eso también tengo que reconocerlo.
Hemos empezado y poco a poco me iba escurriendo de la silla.
Transparencia y verdades que me han abierto un poco más los ojos pero que no
evita el tener una carga mayor sobre mis espaldas porque, la realidad, es que
no sé coger el toro por los cuernos. Su
experiencia le avala en sus consejos que acepto con gratitud y cierto temor.
Una conversación que me provoca cierta preocupación y que me hacía pensar que
el día terminaría realmente mal.
Pero de pronto se produce un giro en la misma y entro en una
dinámica de conexión y comprensión absoluta. Identificación personal, sello
propio que me ha hecho pensar y reflexionar diferentes situaciones y actitudes
de la vida. Es difícil explicarte con palabras lo que ha salido de un alma con
residencia en su corazón y que ha llegado directo al mío.
Compartir con él esta charla ha sido muy especial mamita. No
es que tenga las ideas clara mamita, es que vive con coherencia. Sabe para qué
está aquí, tiene claro su labor y tiene un autocontrol excepcional que le ayuda
a no dejarse vencer por la no realidad de lo que nos rodea. Tiene tanta fuerza
interior que es capaz de diferenciar el sentimiento de deseo con el amor
incondicional, algo que habitualmente se tiende a confundir.
Ha sido un final de día excepcional mamita. A mi llegada he
compartido con papá lo vivido. He decidido volver desde donde habíamos quedado
a casa andando para poder pensar y reflexionar sobre todo lo que le he
escuchado. Y he sentido como me
fortalecía. Cómo él mismo me dice “qué más da lo que piensen los demás, vive tu
vida”. Y cuánta verdad hay en la frase mamita.
Hay algo que me ha dicho a raíz de contarle lo vivido
contigo en tu última semana de hospital. “Tu madre no querrías que recordaras
la última semana” y estoy segura que es así mamá. Llevo desde el domingo
recordando cada momento vivido contigo en la última semana de hospital. Y
seguro, seguro que no es algo que tú querrías para mí. Él nunca ha llorado de
pena por lo que le ha tocado vivir, sino de alegría, de agradecimiento. Yo quizá no estoy preparada para ello aún,
pero si me ha mostrado el camino.
Estoy segura que el final del día de hoy ha sido obra
vuestra. Habéis alineado a todas las estrellas para que se uniesen y esa luz
que tenemos compartida se encendiera con el fin de conseguir apaciguar mi
intranquilidad, mis dudas y miedos.
Sin titubeo alguno, su compañía, su experiencia, su
realidad, su verdad, su magia, y su AMOR INCONDICIONAL me han empujado a tener
una paz interior no propia en mi y menos en estas fechas. Ha logrado despertar
mi yo. Un yo que ahora se hace mil preguntas y que poco a poco iré resolviendo
mientras dirijo el guión de mi propia película.
Buenas noches mamita, te quiero. Voy a dejar descansar mi
cuerpo para seguir dejando volar mi alma. Otro gran consejo de los que me ha
regalado.
No te olvides de mí. Acuérdate de papá, Isa, JJ, Cuñado y
Pili. Te quiero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario